miércoles, 23 de julio de 2008

Vida de una mosca

¡Hay que joderse!, si no tuviera esta cabeza gorda podría meterme por ese agujero y acabar mis días entre toda esa comida, poniéndome ciega. El caso es que... parece estar en buenas condiciones, aunque ya me encargaría yo de echarla a perder. Pero... ajhhh... zffgff... nada, que no hay manera de colarse. ¡Quién me mandaría a mí entrar por esa ventana! Ahora está cerrada y, por más que busco, no hay forma de salir de aquí. ¡Jo-der!, estoy atrapada en un puñetero piso. Hace días, antes de marcharse, lo dejaron todo limpísssimo. Y, claro, ahora no hay nada que chupar por ninguna parte... y ya parece que me empiezan a faltar las fuerzas. Ayer podría haber volado entre la gente, dando el coñazo bien a gusto y haber escapado de cualquier manotazo, incluso del más rápido. Hoy me cazarían a la primera. Estoy en las últimas. Y toda esa comida... para la que pueda entrar ahí, que yo ya...

¡Ay qué leche! En mi próxima vida, cuando vuelva a ser una larva, saldré de una buena boñiga seca y viviré a cuerpo de zángano en una cuadra. Eso es. Seré una mosca del estiércol. Y para la siguiente... uhmmm, ¿qué tal sería darle a este cuerpazo un poco de color? Sí, ese tono verde metálico y glamuroso de las moscardas más petardas. Y me pasaría el día por ahí, entre el pienso en descomposición y los huevos putrefactos... ¡Y a vivir, que son dos días... como mucho!

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Genial! A.